Se trata de un fenómeno natural que comienza cada fin de noviembre con el florecimiento de las más de 14.000 tipas.
Llueven flores amarillas en la Ciudad. Como si un filtro típico de redes sociales se hubiese escapado del mundo digital para materializarse en el que existe fuera de las pantallas, en las calles y espacios verdes porteños danzan en el aire y se recuestan, luego, sobre las veredas las ambarinas flores de las tipas.
Desde finales de noviembre y durante los primeros días de diciembre, justo después del jacarandá, los más de 14 mil ejemplares de la tipa o Tipuana tipu que habitan en la Ciudad florecen. Sus flores se caracterizan por su color amarillo fuerte y su gran cantidad. Si bien el proceso de floración no es tan prolongado como el de otras especies, se destaca porque produce un incesante caer de flores que forman alfombras amarillas que generan un gran impacto visual en veredas, calles y parques.
“El florecimiento de las tipas es un espectáculo que se repite todos los años para el disfrute de los vecinos”, afirmó Facundo Carrillo, secretario de Atención y Gestión Ciudadana, a cargo de BA Arbolado y explicó: “los árboles son el patrimonio ambiental más importante de la Ciudad, moderan las temperaturas, favorecen el escurrimiento superficial, oxigenan el aire absorbiendo carbono, retienen polvo atmosférico y amortiguan la contaminación sonora. Por eso proyectamos plantar 100 mil nuevos árboles entre el año que viene y el 2023”.
La tipa es un árbol que no pasa desapercibido. Es una de las especies más grandes que hay en las calles y espacios verdes porteños. De gran porte, llega a medir más de 30 metros de altura en su zona de origen y presenta troncos oscuros de más de un metro de diámetro. “Su abundante follaje dura casi todo el invierno y en octubre pierde las hojas. Sus ramas quedan desnudas en plena primavera y, dos o tres semanas después, vuelven a llenarse de hojas y flores”, informó Jorge Fiorentino, gerente de BA Arbolado de la Ciudad.