La villa 21-24 que abarca los barrios de Barracas y Nueva Pompeya, conocida comúnmente como “Villa Zavaleta”, tiene una nueva escuela para chicos de dos a cuatro años, que no consiguieron vacantes en el sistema educativo porteño, y que no tienen acceso a internet.
Los integrantes de la “Misión Padre Pepe”, en su mayoría mujeres que viven en el asentamiento, fueron las encargadas de llevar adelante este proyecto, cuyo objetivo es integrar al sistema escolar, a cientos de chicos que viven en las villas y están sin vacantes.
La Secretaria Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia de la Nación firmó un convenio con la Misión Padre Pepe para construir las aulas, en Febrero comenzó la inscripción y en Marzo empezaron a asistir los primeros chicos a la nueva escuela de la Villa Zavaleta.
En el establecimiento educativo todos los chicos reciben el desayuno y almuerzo, comparten el mismo uniforme y realizan actividades didácticas para chicos de dos, tres y cuatro años. Son ocho las maestras que conforman el equipo docente, y los recursos de la escuela provienen del Estado Nacional y de donaciones de los propios vecinos.
La Misión Pastoral Padre Pepe Di Paola, trabaja para la inclusión de los niños y jóvenes de la villa 21-24, mediante actividades educativas, religiosas y deportivas. El Cura villero José María “Pepe” Di Paola, Sacerdote muy cercano al Papa Francisco, durante trece años estuvo a cargo de la Parroquia de la villa 21, y fue el creador del “Hogar de Cristo”, un Programa para la prevención y asistencia a los adictos a las drogas, de la Parroquia Virgen de Caacupé, en el barrio porteño de Barracas.
A fines del 2010, junto a otros Sacerdotes, difundieron un informe sobre los narcotraficantes en la villa, y este hecho le costó varias amenazas de muerte que lo obligaron a auto-exiliarse en el interior del país por dos años.
Los denominados “Hogares de Cristo”, emplazados en los barrios populares y las villas de emergencia, surgen de una iniciativa pastoral de los curas villeros para la población más vulnerable, generando cambios positivos en múltiples dimensiones de la vida, en especial en satisfacer las necesidades básicas de quienes concurren a algunos de los 190 Centros Barriales, que ya funcionan en 19 provincias argentinas y por los que ya pasaron más de 20 mil personas.